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Claves para disfrutar del sexo después de los 50


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La menopausia. Esa palabra que, por años, ha sido susurrada en voz baja, como si se tratara de un secreto que las mujeres deben ocultar. Pero ¿así tiene que ser? En una era donde la feminidad se celebra en todas sus etapas, es hora de hablar con claridad, y, por qué no, con un toque de glamour, sobre el deseo sexual en esta fase de transformación.

Porque sí, la menopausia puede transformar nuestra relación con el deseo, pero en ocasiones también puede abrirnos la puerta a una sexualidad más libre, genuina y enriquecedora.

El deseo bajo el microscopio hormonal


“El deseo no es solo cuestión de hormonas, pero las hormonas son una parte importante del juego”, explica la Dra. Bárbara Fernández del Bas, ginecóloga experta en salud femenina. Durante la menopausia, los niveles de estrógenos y testosterona —dos actores clave en la función sexual— disminuyen drásticamente. Esto puede traducirse en una bajada del deseo sexual, dificultad para alcanzar la excitación o incluso cambios en la respuesta orgásmica.

Sin embargo, la Dra. Fernández del Bas recalca que el deseo sexual no es una víctima pasiva de la bioquímica. “El deseo también depende de nuestras emociones, relaciones y, sobre todo, de la conexión que tengamos con nosotras mismas”. Aquí es donde entra en juego un enfoque integral: equilibrar el cuidado hormonal con el fortalecimiento de la autoestima y la exploración de nuevas formas de placer.

Desafíos en la intimidad: De lo físico a lo emocional


La menopausia también trae consigo retos que no se limitan al laboratorio hormonal. Valerie Tasso, sexóloga especialista en deseo sexual femenino, explica que la falta de lubricación y la atrofia vaginal son dos de los obstáculos más comunes que afectan a la calidad de las relaciones sexuales. “La sequedad vaginal puede convertir la penetración en una experiencia incómoda, incluso dolorosa, y esto tiene un impacto directo en el deseo”, afirma.

Pero el cuerpo no es el único campo de batalla. “La percepción que tenemos de nosotras mismas también juega un papel crucial”, nos explica Tasso. Los cambios corporales —pérdida de elasticidad en la piel, aumento de peso o la temida redistribución de la grasa— pueden erosionar nuestra confianza y alejarnos de los momentos íntimos. “Muchas veces, nos convertimos en espectadoras de nuestra propia sexualidad, juzgándonos en lugar de entregarnos al placer”, asegura.

Sexo y menopausia


Hablemos claro: el mayor tabú sigue siendo la idea de que el sexo deja de importar después de cierta edad. “Nacimos sexuadas y morimos sexuadas”, sentencia Tasso. Pero este tabú se combina con otro gran enemigo: la hipersexualización que nos exige un deseo constante y homogéneo a lo largo de toda la vida.

“No podemos esperar tener el mismo deseo que a los 20 años, y eso está bien”, apunta la Dra. Fernández del Bas. En lugar de obsesionarnos con recuperar un nivel de deseo idealizado, esta etapa es una invitación a redefinir lo que significa el placer. Así expresa la Doctora que “el sexo no tiene que limitarse al coito o al orgasmo. Puede ser un masaje, un juego previo prolongado o incluso un momento de conexión íntima sin expectativas”.

Las ventajas de la madurez sexual


Con la menopausia llegan también regalos inesperados. “La libertad es la gran ventaja de esta etapa”, dice la Dra. Fernández del Bas. Sin la presión del reloj biológico o las inseguridades de la juventud, muchas mujeres descubren que esta es su oportunidad para explorar nuevas facetas de su sexualidad.

Esta libertad se refleja en una mayor claridad sobre lo que queremos y necesitamos. La experiencia nos permite decir “no” a lo que no nos funciona y un sí rotundo a lo que nos entusiasma. Desde experimentar con juguetes sexuales hasta asistir a talleres de sexualidad o leer literatura erótica, las opciones para enriquecer la vida sexual son infinitas.

Es una etapa para reinventarte y reconectar con tu sensualidad desde un lugar más auténtico y consciente.

Cómo cultivar el deseo que hemos perdido


El deseo es como un jardín que necesita cuidados constantes. Valérie Tasso utiliza una analogía que no podría ser más precisa: “El deseo no aparece por arte de magia; hay que cultivarlo, como lo hacemos con un músculo en el gimnasio”.

Para mantener viva esa chispa, ambas expertas coinciden en la importancia de reconectar con nuestro cuerpo y nuestras emociones.

Prácticas de autocuidado como el ejercicio, la meditación o incluso el baile pueden ayudarnos a sentirnos más conectadas con nuestra sensualidad.
También es esencial abrir el diálogo con nuestra pareja y, si es necesario, buscar ayuda profesional para abordar cualquier obstáculo físico o emocional.

Esta etapa también puede ser un momento para explorar herramientas y recursos que enriquezcan tu experiencia. Juguetes sexuales, literatura erótica, o incluso talleres de autoconocimiento pueden abrir puertas a un placer que no habías considerado antes.

Al final, el redescubrimiento del deseo no se trata de conformarse con menos, sino de reinventarlo desde un lugar de empoderamiento y autenticidad.
La menopausia no es el ocaso de la sexualidad, o por lo menos no en todos los casos. Es una etapa que nos invita a redescubrirnos, a liberarnos de expectativas y a explorar un terreno de placer y conexión genuina. Porque la sexualidad en la madurez no solo es posible; también puede llegar a ser poderosa, transformadora y, sobre todo, nuestra.

Redefinir el deseo sexual implica también desafiar las narrativas que nos han sido impuestas. Es darle la bienvenida a nuevas formas de intimidad que no dependen de un guion preestablecido, sino de lo que te hace sentir viva y conectada. Puede ser a través de un masaje que despierte tus sentidos, un baile que te reconecte con tu cuerpo o simplemente el acto de permitirte fantasear sin límites ni culpas.


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