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Lo simple manda: pequeños gestos que lo cambian todo


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Nos han hecho creer que la felicidad está en los grandes titulares de la vida: logros épicos, planes infalibles y cambios que lo revolucionan todo. Pero la verdad es otra. Lo que realmente marca la diferencia son esas pequeñas cosas que pasan desapercibidas, pero tienen el poder de cambiarlo todo. Un café en el momento exacto, una imagen que te transporta a otro lugar, el silencio justo cuando lo necesitas. O sí, un abrazo.

Marian Rojas Estapé lo tiene claro: un abrazo bien dado –de esos que duran más de 20 segundos– no es solo un gesto. Es química pura. Libera oxitocina, baja el estrés y nos da esa sensación de calma que tanto necesitamos.

Piénsalo. Todos tenemos esas cosas que, de la nada, nos cambian el humor por completo. A veces ni siquiera somos conscientes de por qué, pero de repente nos encontramos atrapados en la furia, la incomodidad o la tristeza, y ahí se queda el resto del día. Un comentario fuera de lugar, un mal día en el trabajo, una canción que te recuerda algo que preferirías olvidar. Esos son los triggers (o detonantes): estímulos que, sin previo aviso, activan en nosotros una reacción desproporcionada. Lo peor es que muchas veces ni siquiera entendemos por qué nos afectan tanto, pero su impacto es innegable. ¿La buena noticia?: hay una contrapartida.

La otra cara de la moneda: los glimmers


Si los triggers nos descolocan y nos atrapan en un bucle de estrés y emociones desbordadas, los glimmers (o destellos) hacen justo lo contrario. Son esos pequeños momentos que, sin hacer ruido, generan calma, bienestar y una sensación de conexión con lo que realmente importa.

Mientras los triggers activan las hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol, desencadenando estados de alerta, miedo o frustración, acelerando el corazón y poniendo el cuerpo en modo de lucha o huida, los glimmers funcionan como un contrapeso, de hecho, pueden dar la vuelta a todo. Reducen el estrés, bajan el ritmo cardíaco, las revoluciones y devuelven al cuerpo y la mente a un estado de seguridad, alegría, conexión y felicidad. No es magia, es biología.
La clave está en aprender a verlos. Los glimmers están en todas partes, pero el ritmo frenético en el que vivimos nos impide notarlos. Estamos demasiado ocupadas, demasiado distraídas. Ahora que sabes que existen—y si has llegado hasta aquí, ya lo sabes—tu cerebro los empezará a identificar. Porque una vez que ajustas el foco, lo que antes pasaba desapercibido empieza a destacar.

Da igual, pero funciona


Stephen Porges lo explica todo con su Teoría Polivagal: nuestro sistema nervioso está programado para responder a estos estímulos pequeños, activando esa sensación de calma que puede ayudarnos a bajar nuestro nivel de estrés y darnos un subidón de bienestar. No solo puedes entrenarte para verlos sino para provocarlos.

(Sin volverte loca)


No hay que complicarse. Lo simple es lo que funciona. Abre los ojos y piensa: todos tenemos cosas que, sin darnos cuenta, nos arrancan una media sonrisa, nos hacen sentir un poco más en paz. Los glimmers están ahí.

¿Te suena alguno de estos?
• El sonido de la lluvia golpeando la ventana cuando menos te lo esperas.
• El sabor de un guiso que te recuerda a lo que te cocinaba tu abuela.
• El olor a césped recién cortado que te obliga a respirar más hondo.
• Ese mensaje que llega justo cuando pensabas en rendirte.
• Tachar algo de tu lista y sentir que, por fin, avanzas.
• Una canción que te teletransporta a otro momento sin previo aviso.
• Ese cruce de miradas fugaz que, por un instante, te hace sentir acompañado.
• Encontrar un respiro en medio del caos sin buscarlo.

Seguro que sí.

Haz que los glimmers formen parte de tu día


Como hemos dicho, los glimmers no son algo que tengas que buscar en otro lugar, están en lo cotidiano, en lo que ignoras mientras vas con el piloto automático, saltando de una cosa a otra, tachando pendientes sin parar. Necesitas aprender a detectar lo que realmente te hace sentir bien. Y sí, es más fácil de lo que crees. Empieza por aquí:

Cuanto más lo practiques, más fácil será detectarlos antes de que se esfumen. Haz la prueba, porque cuando empiezas a verlo, es imposible ignorarlo. Y sí, al final, son esos pequeños destellos los que hacen que todo tenga sentido.


Lo simple manda: pequeños gestos que lo cambian todo

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