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En el torbellino de transformaciones que conlleva la menopausia, los ejercicios de fuerza se alzan como herramientas fundamentales, no solo para la estabilidad física sino también emocional. A medida que nos adentramos en esta etapa de cambios hormonales profundos, el cuerpo de la mujer se enfrenta a retos que trascienden el simple cese de la menstruación.
Estamos hablando de una reconfiguración completa del escenario hormonal, con impactos significativos en nuestra salud. La masa ósea disminuye, la masa muscular se hace la escurridiza y el metabolismo... bueno, el metabolismo decide tomarse unas largas vacaciones. Todo esto nos afecta muchísimo en nuestro estado de ánimo. En este contexto, los ejercicios de fuerza surgen no solo como una opción sino como una necesidad, por los múltiples beneficios que aportan. Está demostrado que levantar cositas más pesadas que el mando a distancia puede hacer maravillas.