
Empieza con algo. Y luego sigue.
Ahora toca volver a tus hábitos. Pero hazlo bien: sin culpas, sin prisas, sin querer abarcarlo todo… y
No necesitas un plan extremo ni machacarte con rutinas imposibles. Solo volver, poco a poco, a lo que te sienta bien y puedas sostener sin odiarlo a los tres días.
Porque no se trata de hacerlo perfecto. Se trata de hacerlo posible. Y que dure.
El famoso bajón post-vacacional existe
El cuerpo y la cabeza necesitan reajustarse, y eso no pasa en 24 horas. Volver al ritmo de antes lleva su tiempo.
La clave está en no forzarlo: que el plan se adapte a ti, no tú al plan. Que sea fácil, realista, y lo suficientemente sólido como para aguantar más de una semana.
Da igual si un día fallas. Lo importante es seguir.
No conviertas septiembre en una carrera absurda. Estás aquí para recuperar tu energía, no para agotarte antes de empezar.
La perfección no es sostenible. La constancia, sí.
La perfección no aguanta la vida real: es exigente, frustrante y se rompe al primer fallo.
Lo que de verdad sirve no tiene que ser heroico ni extremo. Es más simple: elegir lo que funciona y repetirlo en el tiempo. Porque la constancia vale más que cualquier semana de esfuerzos sobrehumanos que acabas abandonando.
Además, perseguir obsesivamente la perfección no solo es agotador: está demostrado que genera estrés, ansiedad y cansancio mental. Justo lo contrario a lo que buscas cuando intentas recuperar una buena rutina.
Lo que realmente marca la diferencia es cambiar el chip: entender que el progreso nace de pequeñas acciones repetidas con regularidad. Da igual si algún día no cumples al 100%; eso no borra todo lo que ya has conseguido. Lo importante es que, cuando ese día llegue, no tires la toalla. Que pase lo que pase, sigas adelante.
Como dice el refrán, «los hábitos no van de perfección, van de repetición». Y está claro: al final lo que cuenta no es hacerlo perfecto, sino hacerlo siempre.
Sobre una mesa hay dos urnas transparentes y un montón de bolitas de dos colores distintos. Una urna será para las acciones que te acercan a tus objetivos (salir a caminar, elegir una comida equilibrada, acostarte a la hora que has puesto en la alarma…), y la otra será para esos momentos en los que no cumples del todo (saltarte el entrenamien-to, elegir ese dulce extra, trasnochar viendo Netflix…).
Cada vez que haces algo alineado con tus buenos hábitos, depositas una bolita en la urna positiva. Cuando tienes un momento menos bueno, añades una bolita en la otra urna. ¿Qué crees que pasa con el tiempo si mantienes una actitud constante?
¡Exacto!
Unos pocos momentos en los que no cumples al 100% no pueden borrar todos tus aciertos acumulados. Al contrario, esos momentos simplemente indican que eres una persona de carne y hueso.
La lección que nos deja este ejercicio es clara y sencilla: si colocas unas pocas bolitas en la urna menos deseable, no tires la toalla ni pienses "ya está, he fallado". Porque lo que realmente cuenta no es hacer todo impecable, es seguir llenando de bolitas la urna correcta. Y, si eres constante, esa urna, a la larga, siempre gana.
Claves prácticas para retomar tus hábitos con éxito
Ahora que sabemos que lo importante es la constancia y no la perfección, ¿cómo llevar esto a tu día a día de forma práctica y sostenible? Te damos claves reales y efectivas para que esta vez sí lo logres:
-
No arranques septiembre con una lista interminable de objetivos.
En vez de eso, elige uno o dos hábitos concretos y sencillos para empezar. Por ejemplo, volver a hacer ejercicio un par de días a la semana.
Los grandes cambios repentinos abruman y no suelen durar. Ve paso a paso.
-
Organiza tu rutina pensando en tu día a día real.
Marca horarios razonables que te permitan descansar bien, llena tu nevera con alimentos sanos y fáciles que te gusten para tenerlos siempre a mano, y establece metas realistas (esas que sabes que puedes lograr).
Tener un plan realista te da estructura, pero recuerda ser flexible: si un día no lo cumples, no pasa nada, reajusta y sigue.
Tu plan es una guía, no una cárcel.
-
Es preferible moverte 15 minutos diarios o cocinar sano tres veces por semana que hacer esfuerzos extremos al principio y abandonarlos rápido.
La motivación sube y baja, pero la regularidad crea hábitos firmes. Si un día solo haces algo mínimo, recuerda que es mucho mejor que no hacer nada.
-
Habrá días que te saltes la rutina, porque todas somos humanas: esa cena improvisada, el día que no te apetece ir al gym.
Lo importante es que no uses ese momento como excusa para abandonar y decir "empiezo el lunes". Una pequeña desviación no elimina todo lo que ya has logrado, es simplemente parte de vivir.
Mantén la perspectiva: una bolita roja en la urna no pesa más que todas las verdes que ya has acumulado. Sigue adelante sin agobiarte.
-
Deja de fijarte solo en lo que no salió perfecto y empieza a valorar lo que sí logras cada día.
¿Preparaste una cena saludable? ¿Sacaste 15 minutos para caminar? ¿Te fuiste a dormir a una hora decente?
Reconoce esos momentos porque cuentan más de lo que imaginas. Cada pequeño logro es una dosis de motivación que te empuja a repetir hábitos positivos.
Además, llevar un registro visual (como marcar días en un calendario o usar una app) puede darte ese empujoncito extra para seguir sumando.
-
Volver a la rutina no significa renunciar a todo lo bueno del verano.
Reserva cada semana momentos para ti: ese café con amigas que tanto te gusta, tiempo para leer tranquila, tu serie favorita o darte un baño relajante.
Estos ratitos no son un capricho, son imprescindibles para mantener el equilibrio,
evitar que la rutina se convierta en una obligación pesada y asegurar que disfrutas mientras cuidas de ti misma. -
Respira hondo y recuerda que tu cuerpo y tu mente necesitan tiempo para ajustarse después del verano.
La ciencia lo dice claramente: consolidar un nuevo hábito requiere semanas, incluso meses.
Así que si tras unos días en el gym aún te cuesta o no notas cambios, tranquila, es normal. Sigue confiando en el proceso y continúa sumando bolitas en tu urna positiva.
Sin darte cuenta, cada vez será más sencillo y tu rutina se integrará de forma natural en tu vida.
Septiembre es el momento perfecto para recuperar la energía, retomar hábitos que te hagan sentir bien y disfrutar de una vida equilibrada y realista. No estás aquí para hacer malabares imposibles, sino para construir un día a día que disfrutes, donde cada pequeño paso cuente.
Porque, como hemos visto, ser constante no es cuestión de perfección, sino de perseverancia. Así que toma aire, sonríe y adelante. Este septiembre, y todos los que vienen, son tuyos.
