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Vitamina D: Tu mejor amiga (literalmente) desde la perimenopausia hasta la postmenopausia

10 min

Sabemos lo que estás pensando: «¿Otra vitamina mágica que lo soluciona todo?».

Pues no exactamente, pero créenos, si hay una vitamina que realmente se merece toda nuestra atención es la vitamina D.

Especialmente cuando hablamos de salud femenina y, más concretamente, de esta etapa tan llena de altibajos llamada menopausia (y sus alrededores).

Vamos al grano. Porque aquí en Womanhood nos gusta hablar claro y sin rodeos sobre lo que realmente importa.

De la mano de Marta León, ingeniera química especializada en salud hormonal femenina, exploramos en profundidad el papel fundamental de la vitamina D y ponemos el foco en su impacto decisivo para nuestra salud.
Aunque seguramente ya te suene eso de que es "la vitamina del sol", lo cierto es que la vitamina D va mucho más allá. En realidad funciona casi como una hormona, influyendo en prácticamente todo tu cuerpo.

Además, es una vitamina liposoluble, es decir, que se absorbe mejor junto con grasas y se puede almacenar en tu hígado y tejido graso para cuando más la necesites.

La manera más fácil de producirla es a través de tu piel cuando tomas sol, aunque también puedes obtenerla (en menores cantidades) con algunos alimentos y suplementos.

¿Su superpoder estrella? Facilitar que tu cuerpo absorba el calcio correctamente. Y créenos, una vez que cumples los 40, eso se vuelve más importante que nunca.
A partir de la perimenopausia, y especialmente desde la menopausia, tus niveles de estrógenos caen en picado, y eso no le sienta nada bien a tus huesos. Menos estrógenos significan menos protección para cuidar la densidad ósea y más probabilidades de que aparezcan problemas como osteoporosis o fracturas.

Aquí es donde entra en escena la vitamina D, formando equipo con el calcio para ayudarte a mantener tus huesos fuertes y sanos. Sin suficiente vitamina D, por mucho calcio que tomes, tu cuerpo no será capaz de absorberlo correctamente, lo que puede dejar tus huesos más débiles y vulnerables.

Pero eso no es todo: la vitamina D también es clave para mantener tu fuerza muscular y estabilidad

Esto es especialmente importante conforme cumples años, ya que una buena musculatura y equilibrio pueden prevenir caídas, que suelen provocar fracturas graves en esta etapa.

Así que sí, mantener niveles adecuados de vitamina D es vital para conservar huesos fuertes y una vida activa, desde que eres joven y alcanzas tu pico máximo de masa ósea hasta bien entrada la menopausia.

¿Nuestro consejo Womanhood? No la pierdas de vista, porque es justo lo que necesitas para seguir disfrutando cada etapa con fuerza, seguridad y tranquilidad.
Tal vez no lo sabías, pero la vitamina D es clave para mantener tu sistema inmunológico en plena forma. Durante la menopausia es común que tus defensas se relajen un poco, y de repente parece que pillas todos los virus que pasan cerca: catarros, gripes, infecciones que nunca antes habías tenido…

Pues justo aquí es donde la vitamina D aparece para echarte una mano, reforzando tu sistema inmune, ayudándote a combatir infecciones y manteniendo bajo control la inflamación.

Vale, no es un escudo mágico ni te hará inmune a todo, pero créenos: tener buenos niveles de vitamina D marca una gran diferencia en cómo tu cuerpo se defiende. ¡Así que, a cuidarla!
Ya hemos hablado de cómo la vitamina D ayuda con tus huesos y defensas, pero ahora toca abordar otro tema esencial: tu equilibrio emocional y mental. Sabemos que durante la perimenopausia y menopausia pueden aparecer cambios bruscos de humor, ansiedad inexplicable, noches complicadas y días en los que no te reconoces ni tú misma.

Aquí es donde la vitamina D puede convertirse en tu gran aliada. Por un lado, ayuda a regular el cortisol, esa famosa hormona del estrés que cuando se dispara provoca ansiedad, irritabilidad y problemas para dormir.

Por otro lado, esta vitamina influye directamente en tu cerebro, favoreciendo la producción de serotonina y dopamina, neurotransmisores clave que te ayudan a mantener un mejor estado de ánimo, sentirte más tranquila y pensar con más claridad.
Diversos estudios han mostrado que niveles adecuados de vitamina D están relacionados con menos riesgo de sufrir síntomas depresivos o problemas de concentración, algo especialmente importante durante esta etapa.

Por supuesto, la vitamina D no reemplaza ningún tratamiento psicológico o médico específico, pero sí es una ayuda extra para gestionar mejor estos altibajos hormonales y emocionales.

En definitiva, mantener buenos niveles de vitamina D puede significar menos estrés, mejor ánimo, más energía mental y menos días grises.

Recupera tu energía (y tu metabolismo)

Si sientes que últimamente arrastras el cuerpo, que te cuesta perder peso incluso haciendo las cosas bien o que vas a cámara lenta desde que empezó la perimenopausia, no estás loca: tu tiroides puede estar detrás de todo eso. Y sí, la vitamina D también tiene algo que decir aquí.

La tiroides es esa pequeña glándula que regula funciones clave como la temperatura corporal, el gasto energético, la frecuencia cardíaca y —muy importante en esta etapa— el metabolismo. Cuando no funciona como debe, aparecen síntomas como fatiga persistente, aumento de peso sin motivo aparente, piel seca, sensibilidad al frío, caída de cabello o incluso bajo estado de ánimo.

Pues bastante

Diversos estudios han mostrado que niveles bajos de vitamina D están relacionados con un mayor riesgo de disfunción tiroidea, especialmente hipotiroidismo, que es justo lo que muchas mujeres desarrollan (o ven empeorar) en esta etapa de la vida.

Se ha observado que la vitamina D puede ayudar a regular la respuesta autoinmune en casos como la tiroiditis de Hashimoto, una de las causas más comunes de hipotiroidismo.

Además, cuando tus niveles de vitamina D están en orden, la tiroides funciona con más eficiencia, lo que repercute en una mejor conversión de las hormonas tiroideas y en una mayor sensación de energía y vitalidad. Y eso, en plena perimenopausia o menopausia, es oro puro.
Después de todo lo que hemos contado, queda claro que la vitamina D no es una más en la lista: es un pilar clave para tu salud en esta etapa. No solo protege tus huesos, sino que también apoya tu sistema inmune, regula tus emociones, mantiene a raya el estrés, da un empujón a tu tiroides y contribuye al buen funcionamiento de todo tu cuerpo.

Durante la menopausia y posmenopausia, el equilibrio hormonal se tambalea y muchos procesos internos se ven afectados. En este contexto, tener buenos niveles de vitamina D puede marcar la diferencia entre arrastrarte o sentirte tú. Y aunque no es una varita mágica, sí es una aliada silenciosa que trabaja en segundo plano para que tú sigas brillando por fuera... y por dentro.

Así que no subestimes el poder de lo invisible. Una analítica a tiempo, unos minutos de sol, una alimentación cuidada o, si lo necesitas, un suplemento bien pautado puede ayudarte más de lo que imaginas.

¿Nuestro consejo? Dale a la vitamina D el lugar que se merece en tu rutina. Porque cuidarte desde dentro es el mejor gesto (y el más inteligente) hacia todo lo que está por venir.
Tus necesidades de vitamina D no son las mismas a los 25 que a los 55 (ni a los 70). A medida que avanzas de la perimenopausia a la postmenopausia, tu cuerpo cambia —y lo que necesita para estar bien, también.

Durante la perimenopausia, ese periodo previo al adiós definitivo de la regla, muchas mujeres ya empiezan a notar cambios hormonales, emocionales y físicos (aunque los análisis “salgan bien”). Aquí es clave no esperar a tener síntomas evidentes para empezar a cuidar tus niveles de vitamina D.

La ingesta diaria recomendada (IDR) en esta etapa es de 600 UI al día (15 microgramos), pero si hay poca exposición solar o factores de riesgo como piel oscura, uso de protector solar frecuente, sobrepeso, enfermedades autoinmunes, enfermedades inflamatorias o antecedentes de déficit, puede que necesites más —y conviene valorarlo con tu médico.
En la menopausia, cuando los estrógenos caen en picado, la vitamina D sube de nivel en la lista de imprescindibles. Se recomienda aumentar la dosis a 800 UI diarias (20 microgramos), ya que la capacidad de la piel para producirla disminuye con la edad, y además pasamos más tiempo bajo techo o cubiertas. Aquí, la vitamina D es fundamental para frenar la pérdida ósea, proteger los músculos y mantener la estabilidad (mental y física).

Y en la postmenopausia, cuando ya han pasado varios años desde la última menstruación, el cuerpo sigue necesitando soporte. A esa edad, la vitamina D no solo protege los huesos: también ayuda a conservar la fuerza muscular, previene caídas y mejora el bienestar general. Si a eso le sumamos el riesgo aumentado de hipotiroidismo y ciertas enfermedades crónicas, la suplementación suele estar más que justificada —y en muchos casos, pautada de forma rutinaria por los profesionales de salud.
No des por hecho que “como comes bien y sales a la calle” ya tienes vitamina D suficiente. La realidad es que, en España, 8 de cada 10 mujeres mayores de 45 años presentan niveles bajos. Un análisis es sencillo, puede ayudarte a prevenir muchos problemas antes de que aparezcan.

¿De dónde sacamos la vitamina D? Las tres vías clave

Sabemos que la vitamina D es esencial, pero ¿de dónde la sacamos exactamente? En realidad, tienes tres formas principales de conseguirla: el sol, la comida… y sí, los suplementos. Te contamos cada una al detalle para que sepas qué esperar (y qué no) de cada fuente.

¿Y qué puede hacer que no absorbas bien la vitamina D?

Aunque te expongas al sol, comas salmón y tomes suplementos… hay factores que pueden hacer que tu cuerpo no aproveche bien la vitamina D o que la consuma más rápidamente. Algunos son fáciles de modificar; otros simplemente hay que conocerlos para estar alerta y, si toca, compensar.

Una vitamina pequeña con un impacto gigantesco

La vitamina D no es la panacea, ni va a resolver todos los retos de la perimenopausia o la menopausia. Pero es, sin duda, una de las piezas clave del puzle. Su impacto en los huesos, las defensas, el ánimo, el metabolismo y la salud tiroidea la convierten en una aliada silenciosa pero poderosa. Y lo más sorprendente es que, a pesar de su importancia, sigue siendo una gran olvidada.

Así que ya lo sabes: no subestimes lo mucho que puede mejorar tu calidad de vida algo tan aparentemente sencillo como cuidar tus niveles de vitamina D.
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