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Es la enésima vez que pruebas algo para los sofocos de la menopausia o para aumentar tu apetito sexual o para los cambios de humor o para las infecciones recurrentes de orina o para tu piel o tu pelo… y así podríamos seguir. Tu amiga te dice que le ha ido fenomenal, que ha notado muchísimo su efecto. Así que, decides probar suerte (otra vez) a ver si funciona. Y parece que no. No entiendes por qué a ella sí, pero a ti no te funciona nada y piensas que es cuestión de suerte.
Pero querida, no es cuestión de suerte, sino de microbiota. De tu microbiota intestinal. Ahí es donde se encuentran escondidos muchos de los secretos (y tesoros) de nuestra salud, y cómo no, de la menopausia también.